Internet de las Cosas

La expresión internet de las cosas (Internet of Things, IoT) se refiere a la conexión a Internet de cualquier objeto, no sólo de ordenadores. Sería un ecosistema mundial de objetos físicos conectados que pueden percibir, procesar y comunicar datos entre ellos sin intervención humana. Se caracteriza por los miles de millones de conexiones entre personas, procesos, datos y objetos de forma online.

El término fue acuñado en el año 1999 por el pionero tecnológico británico Kevin Asthon y en el año 2000, la empresa surcoreana LG, fabricó un frigorífico con conexión a Internet. No tuvo mucho éxito pero parece que ahora surgen nuevos impulsores, quizá por la llegada de los teléfonos inteligentes con Internet y la conectividad.

Tendría que desarrollarse una infraestructura tecnológica capaz de almacenar y procesar este volumen de datos, así como interconectarlos en tiempo real entre sí y con las personas que analizarán o utilizarán dicha información. Los datos servirán para automatizar los procesos.

Los sectores que pueden beneficiarse de este IoT serían: salud, educación, agricultura, aeroespacial, automoción, telecomunicaciones, textiles, juegos y entretenimientos, marketing, publicidad y todo lo relacionado con el equipamiento inteligente para hogares y edificios, entre otros.

Sobre esto, la semana pasada las Autoridades europeas de protección de datos (Grupo de Trabajo del Artículo 29) han aprobado el primer dictamen conjunto sobre internet de las cosas.

El documento, cuya elaboración ha sido liderada por la Agencia Española de Protección de Datos junto con la Autoridad francesa (CNIL), acoge con satisfacción las perspectivas de beneficios económicos y sociales que puede suponer esta tecnología, pero también se alerta sobre la pérdida de control en la difusión de nuestros datos en función de que se haga de una manera transparente o no. Pues, además de la cantidad de datos generados hay que sumar las posibilidades que existen de combinarlos y analizarlos de forma cruzada, obtener nuevos datos sobre los originalmente solicitados y utilizarlos para usos secundarios, afines o no al tratamiento inicial.

Este documento está dirigido a los fabricantes de dispositivos, desarrolladores de aplicaciones y gestores de redes sociales, por un lado, y a usuarios que van a utilizar estos equipos conectados, por otro. Igualmente contiene recomendaciones de utilidad en el desarrollo de estándares tecnológicos en el ámbito de la internet de las cosas. Para identificar los riesgos que pueden surgir de esta tecnología si no se desarrolla desde un enfoque ético y respetuoso, el Dictamen plantea tres escenarios: la conocida como tecnología para llevar puesta (wearable computing), los dispositivos capaces de registrar información relacionada con la actividad física de las personas y la domótica.

Así pues, las entidades que participan en el ecosistema de la internet de las cosas deben asegurarse de que la persona haya dado su consentimiento de forma efectiva después de haberle proporcionado información clara y completa sobre, entre otros aspectos, qué datos se recogen, cómo se recopilan y con qué fin se van a tratar, además de cómo pueden ejercer los derechos que les asisten. Estos datos personales deben ser recogidos de manera leal y lícita. Este requisito es especialmente importante en un sector en el que los sensores son diseñados para ser tan invisibles como sea posible.

Aun así, parece ser que este potencial de negocio está resultando bastante atractivo para empresas innovadoras como Samsung, Sony, LG, Apple, Ericsson…, y fabricantes de tecnologías inalámbricas, de hardware, de software y de servicios que pretenden hacernos la vida más fácil. La automatización del hogar se va a convertir en nueva vía de negocio de gigantes tecnológicos como los anteriormente descritos.

Según los datos de Evans Data, el 17% de los desarrolladores de software global está ahora mismo trabajando en IoT o en proyectos relacionados, y alrededor de una cuarta parte tienen previsto hacerlo en los próximos meses.

Cisco Systems estima que el valor económico que generará el internet de las cosas entre el año 2013 y el año 2022 alcanzará los 14.4 billones de dólares. La previsión de IDC es que el internet de las cosas generará 7 billones hasta el 2020.

No obstante, aspectos como la seguridad y la privacidad quedan en entredicho. Un estudio de HP Security Research examinó 10 de los dispositivos más populares del internet de las cosas como termostatos, televisiones inteligentes o webcams. Los resultados fueron preocupantes ya que para cada dispositivo se encontraron 25 vulnerabilidades tal como interfaces web no seguras, insuficiente protección software o falta de encriptación.

Alertaba la BBC hace unos días que en un futuro la fuga de datos personales y privados no solo vendrán del Smartphone, la tableta o el ordenador sino también de la nevera o el reloj inteligente.

¿Crees que estamos preparados para su uso?

¿Te gustaría saber desde el supermercado qué te falta en la nevera?

Emilio José García

Director Área Jurídica

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